Residencia para Mayores Ballesol Valterna ***** - Paterna, Valencia

cristina A.

Tristemente mi marido falleció el 3 de febrero. Quiero agradecer a todo el personal, del primero al último, lo bien que le cuidaron (y a la mamilia), y en particular agradecer al personal de la primera planta como se desvivieron tanto por mí como por sus hijos, durante los cinco días que estuvimos permanentemente allí con él. Insuperable el cariño y preocupación que demostraron por nosotros y como nos cuidaron también.
Muchísimas gracias, de corazón a todos

Pilar N.

Hace un año ingresó mi madre en La Residencia Ballesol Valterna. Fue una decisión difícil de tomar, en casa era inviable continuar cuidando de ella. Su cuidador ya no podía moverla, estaba encamada permanentemente, sumida en su mundo, sin apenas hablar, incoherente, alejada de la realidad, sin reconocer a sus familiares más cercanos.
Ingresó en Valterna, gracias al equipo de supervisoras y a las trabajadoras Sociales que nos hicieron fácil lo inevitable. Ana y Andrea, gracias!
Mi madre estuvo varios días hablando solo para pedir volver a casa.
Todo fue encajando a los días, con una gran labor por parte de todo el equipo, desde dirección, psicóloga, fisioterapeutas, enfermeras, personal de sala… en fin TODOS a una para integrar a mi madre en su nueva vida. Comenzó a hablar, a reír, a relacionarse, a tener amigas, jugar al bingo, … a participar en las innumerables actividades que organiza a diario la residencia.
Un año después mi madre es feliz, en su casa, Ballesol Valterna. Ha mejorado en todos los aspectos.
Instalaciones acogedoras, amplias y equipo siempre dispuesto a colaborar en el bienestar de los residentes.

gabriela V.

Durante tres años Ballesol Valterna, fue el hogar de mi mami, en todo ese tiempo fue querida, cuidada y respetada por todo el personal de la residencia.

Hace tres semanas nos dejo y tuvimos la fortuna de estar allí con ella y junto a nosotros, estuvo ese mismo personal afectuoso, cercano, profesional, que con el mayor respeto y humanidad nos acompañó a despedirla en familia.

Hoy quiero agradecer de nuevo , a todo el personal de Ballesol Valterna, el amor , respeto y cuidados que tuvieron para con mi mami desde el primer hasta el último dia.

Familia
Valecillos Esponda

Rosa G.

Hoy es otro Lunes más, pero para mi es muy especial Porque ? Pues os lo cuento :

Hace unos días mi madre entró en el hospital, al verla creí que la perdía fue muy duro, pero al volver a la Residencia mi madre volvió a vivir, que feliz estoy .

Solo dar las gracias a todo el equipo que trabajáis ahí sois unos crack, os admiro mucho y también siento cariño hacia vosotros , hacéis una labor increíble.

Un abracito muy grande de parte de Ina y de Rosa su hija, esto que hacéis no tiene precio para mi sois los mejores ok.Besitos

Patricia G.

Residencia espectacular.
Mi madre ha vivido en ella 5 años y 3 meses y el trato ha sido maravilloso.
Tanto la dirección del centro como todo el personal están muy implicados en hacer sentir al residente y a su familia como en su casa.
La gestión de la pandemia fue buenísima llegando a no tener ningún enfermo ni fallecido en los momentos más duros del covid .
No podemos estar más agradecidos por el trato recibido por mi madre durante su estancia y por nosotros, sobre todo en sus últimos momentos ya que nos han permitido estar con ella hasta el final.
La atención ha sido exquisita y el cariño que demuestran los profesionales que trabajan en ella se palpa todos los días.
Recomendaría esta residencia 100%.
Te sientes como en casa y es un lugar de VIDA como siempre dice su director.
Gracias de corazón. Os tengo en mi corazón en estos difíciles momentos de orfandad.
Sé que mi madre se ha ido súper querida y atendida por todos.
GRACIASSSSSS

Enrique G.

Después de un año de la entrada en la residencia de mi madre con 86 años, perdió la movilidad unos meses antes de entrar, la experiencia es muy buena. El personal de atención a los residentes es excelente. Se nota un trabajo muy profesional y vocacional. Siempre con una sonrisa y haciendo sentir especiales a los mayores. Muchas gracias

KsiAngie I.

Impecable, limpio, comida para los residentes de calidad y el personal es realmente amable. Acompañé a una amiga y aluciné. Recomiendo por lo que vi y por lo que ha descrito personas de mi entorno.

Juan A. P. B.

CARTA ABIERTA PARA TODAS LAS PERSONAS QUE VIVEN SU PROFESIÓN EN LA RESIDENCIA BALLESOL VALTERNA

A veces, hasta me extraño de que, en general, las cosas funcionen razonablemente bien. Las casas no se caen, los coches circulan, los aviones despegan y vuelan, hay comida en los supermercados y medicinas en las farmacias, tenemos teléfonos, luz eléctrica, internet... Por lo general, al menos en los países desarrollados, como el nuestro, podemos vivir con tranquilidad.

Pero también es verdad que, constantemente, nos chocamos con nuestra mediocridad, nuestro egoísmo, con la estupidez y la falta de miras de los seres humanos. Una y otra vez, en el trabajo y en las relaciones sociales, la cutredad, la insolidaridad, el desinterés y la falta de responsabilidad hacen acto de miserable presencia. A menudo triunfa la parte menos noble de nuestra personalidad. Por eso, a veces, me deprimo un poco, y hasta me extraño de que, en general, las cosas funcionen razonablemente bien.

Para esos momentos en los que me deprimo un poco, tengo un truco. Que, en verdad, no es un truco, porque es real: me acuerdo de momentos, situaciones, proyectos e instituciones donde se diría que los seres humanos sacamos lo mejor de nosotros mismos, la parte más alta y noble de nuestras almas.

Yo, por ejemplo, me acuerdo de la Residencia Ballesol Valterna.

Llevé allí, viudo, a la madre de la madre de mis hijos, cuando el terrible síndrome de los cuerpos de Lewy la estaba torturando, y, por tanto, nos estaba torturando. Allí le dieron sosiego, paz, respeto y atención. Lo consiguió todo el personal que la atendió. Hasta que, finalmente, se apagó.

También mi madre pasó allí sus últimos cuatro años, alegrándose al vernos y al sentir nuestros abrazos, jugando con nosotros al parchís, a las cartas y al dominó, resolviendo problemas de mínimo común múltiplo y máximo común divisor, e informándonos de que mi padre (que había fallecido justo antes de su ingreso en la Residencia), acababa de estar con ella y se había ido a jugar al tenis. ¡El alzheimer, en su caso, casi fue una bendición!

Quiero daros las gracias a todas las personas que atendisteis a mis dos seres queridos, y que, por consiguiente, nos atendisteis a mis hijos, a mí y a mis otros seres queridos, aunque no estuviéramos ingresados en la Residencia. En ningún momento, durante diez años de visitas semanales (incluidas las virtuales durante la pandemia), vimos el menor detalle de desatención. Al contrario: fue siempre permanente y constante vuestro respeto, vuestro cuidado, vuestro cariño y dedicación.

Profesionalmente impecables. Humanamente admirables. Gracias por ser no un truco, sino un ejemplo real de dignidad personal y altura moral.

Juan Antonio Peña
Hijo de Carmen Bellver
Yerno de Cecilia Hernández